31

Me gusta tener 31. Esta última semana he tenido dos conversaciones importantes y entretenidas al respecto.

La primera no sé si tenía tanto que ver con la edad, pero sí con el hecho de tener 31 y tener dos hijos. Cuando chica estaba todo el tiempo preocupada de cuál iba a ser esa gran cosa que iba a hacer con mi vida. Cuál iba a ser mi legado. Y me estresaba y me ponía ansiosa pensando que el tiempo pasaba y que yo aún no había hecho algo digno de ser recordado después de mi muerte. Quería ser recordada. Que la humanidad me recordara. No sé si famosa, pero importante. Trascendente. Y cualquier cosa menos que eso me parecía aspirar a poco.
Ahora ya no siento eso. Sé que son muy pocas las personas trascendentes. Sé que, también, la mayoría de la gente no sabe ni siquiera quién inventó las cosas que usan todos los días. No me gustaría que sonara a resignación (ni a aspirar a poco) pero me basta con que mis dos hijos recuerden las cosas que hago, y que en el futuro vean las fotos que tomé, o lean las cosas que escribí y las usen como quieran. Y se las muestren a sus hijos, mis nietos. Y así. Suficiente trascendencia para mí. Cualquier otra cosa más que eso, es bonus.

La segunda conversación fue sobre el ahora. Y sobre que es este el ahora más ahora posible. Cuando uno es chico se pasa todo el tiempo queriendo ser más grande. Quieres poder ver películas que todavía no puedes ver, entrar a lugares donde aún no puedes entrar, decir palabras que te retan si las dices, vivir solo, no dar explicaciones. Miras todo el tiempo hacia adelante. Y cuando seamos viejos probablemente miraremos todo el tiempo para atrás. Este es el presente más presente. Y me gusta.

Leave A Comment

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.