Parka de papá

Ayer en Olmué estaba muerta de frío, así que mi papá me pasó una parka que se había comprado hace poco. Tenía olor a su perfume en el cuello. No me la saqué en lo que quedó del día, incluso volví a Santiago con ella. En el bus y en el metro, aunque me dio un poquito de calor, no me la saqué.

Hoy en la mañana en las noticias dijeron que afuera había 1,9º grados. Y aunque me queda grande y no me veo ni un poco atractiva con ella puesta, me vine a la oficina con la parka de mi papá. Porque uno puede estar vieja y tener su familia propia, pero hay fríos que sólo te los quita una parka de tu papá. Y hay días —como los Lunes— que sólo se superan con el olor a su abrazo de papá dando vueltas.

1 Comment

  • carlos j burgos

    02/09/2013

    Me trajiste el recuerdo de los años en que estaba vivo mi viejo, y como me weviaba porque me ponía sus camisas y parkas…yo era un palo que apenas daba sombra y él una persona de más de 130 kilos, te imaginarás mi pintacha, en fin, me trajiste buenos recuerdos, tiernos recuerdos de cuando era un hijo

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