ésto lo escribí el 11 de septiembre del 2013, y sigo sintiendo lo mismo:

Fuera de toda conversación política, histórica, que sí, que no, que los de acá, que los de allá… yo lo único que sé, la única certeza que tengo, es que si alguien tocara a alguno de los míos, si alguien hubiera hecho con los míos lo que se hizo con muchos… yo saldría todos los días de todos los años a asegurarme que nunca nadie olvidara lo que pasó. Exigiría justicia hasta el día de mi muerte, y no perdonaría. Ni cagando perdonaría. Porque no hay razón, no hay justificación. Nada, NADA, justifica las atrocidades que sucedieron en este país.

Así que para todos los que exigen olvido, y vociferan lo que sus papitos fachos les enseñaron a decir: por lo menos tú tuviste a tus papitos. Miren a sus familias, miren a sus hermanos, a sus hijos, y realmente traten de imaginarse cómo se sentirían si los perdieran de un día para otro, de una manera horrible, y que no supieran nunca más de ellos, de sus cuerpos. Duele, ¿no?

Agradezco todos los días haber tenido una familia consciente, pero más que nada agradezco haberlos tenido conmigo, vivos. Agradezco el Chile que tengo ahora, en el que por lo menos puedo criar a mi propia familia sin miedo. Aunque cueste dar las gracias un día negro como hoy, yo doy gracias por no ser de ese grupo de gente que celebra la muerte, que prefiere la ignorancia.