III
3:
Se paró al baño y cuando volvió se sentó en mi cama y no en la suya. Hablamos un poco más, tomamos un poco más. De repente, se acostó. Me acosté al lado de él. Dijo que le gustaba que le hicieran cariño en los brazos. Que le daba sueño. Lo tomé como una invitación. Fuimos acercándonos de a poco y yo aún mantenía la esperanza de que la conversación, la tensión y la guata se equivocaran.