Guagua, niño, hombre
Al principio sólo hay un deseo, un impulso. Un instinto, si nos asumimos animales. Un mandato, quizás. Razones hay pocas, y casi ninguna tiene mucho sentido a estas alturas, para tener un hijo. De hecho estoy convencida que, después de haber tenido dos y haberlos visto crecer, no sé mucho más sobre nada. Ni sobre cómo fue que los hice, ni cómo se han convertido en las personas que son ahora. He estado ahí presenciando,